20-04-2024 10:52:16 AM

Ya basta

Por Rodolfo Rivera Pacheco

Indignación y rabia de impotencia fue lo que todos sentimos el viernes pasado al enterarnos del asesinato de una jovencita estudiante universitaria. Durante tres décadas he convivido con muchas y muchos como ella en la Escuela de Ciencias Políticas de la UPAEP.

No hay mucho qué decir sobre lo que sentimos. Pero sí sobre la situación de nuestra Ciudad y Estado durante los últimos años.

Es evidente y definitivo: La autoridad –estatal, municipal- ha descuidado la seguridad de los ciudadanos porque están más preocupados por otras cosas. En primer lugar por mantenerse en el poder ellos, su grupo y partidos que los respaldan. En segundo lugar, porque prácticamente todo el Gobierno actual está metido en una histeria por obedecer y apoyar los obsesivos proyectos del ex mandatario Rafael Moreno Valle.

Digámoslo claro: El morenovallismo descuidó Puebla. Punto.

No es una crítica malsana o fobia contra un grupo o partido. Es la maldita realidad.

Nunca antes habíamos vivido en Puebla un clima de inseguridad tan alto que desde luego NO solo es percepción. Creció la corrupción, la delincuencia, el desorden, los robos y asaltos de todo tipo, asesinatos de todo tipo, incluidos feminicidios que el gobierno se niega a reconocer y desde luego proliferación de crimen organizado (huachicoleros, bandas y cárteles de otros Estados que distribuyen drogas y ya cobran piso y protección por todos lados). Nadie en su sano juicio puede negar lo anterior.

Pero lo peor. El morenovallismo ha querido ocultar la realidad. Piensan que no hablando de ella, funcionarios y medios que asquerosamente no tocan los temas, la gente no los calificará mal.

Están equivocados y es exactamente lo contrario: Su silencio es tomado por la sociedad como complicidad. Y eso los perjudica mucho más, son hasta imbéciles. Hay indignación en todos los lugares y con toda la gente con la que uno platica. En TODAS las encuestas el morenovallismo y gobierno heredero actual están reprobados.

Crearon tantas expectativas artificiales, que ahora los poblanos desilusionados los aborrecen doblemente: Por crearlas y ahora por no cumplirlas. No es broma, es totalmente real.

Muchos dirán que el gobierno no es culpable de que un desequilibrado asesine a una jovencita.

Y yo les respondo que claro que tiene responsabilidad.

Primero, porque todos sabemos que hay un absoluto desorden en cuanto al funcionamiento de bares y centros nocturnos (“antros”) en la capital y municipios conurbados (desde luego en todo el Estado). Todo mundo viola horarios, venden alcohol a menores, venden alcohol adulterado que es literalmente veneno, hay tráfico de drogas y hasta prostitución en la mayoría de estos sitios de “esparcimiento”. ¿Por qué? Pues porque dueños y mafias que controlan todos estos lugares pagan muy buenas sumas a Alcaldes, Jefes de policía, policías y cualquier tipo de inspectores que quieran molestarlos en sus negocios.

Todo mundo lo sabe. San Andrés Cholula se ha convertido en la cantina más grande del mundo, donde atraviesas la calle y están las universidades más prestigiadas.

Desde luego aquí entra la polémica del papel de los padres de familia, la educación y hasta cuestiones culturales o antropológicas (¿Por qué en Europa los bares están abiertos toda la noche y el día y no pasan estas cosas…?), pero de que la autoridad es corrupta en Puebla (y todo el país), lo ES.

Efectivamente, cada quien es libre de divertirse como quiera y yo no intento dar clases de moral a nadie. Cada padre de familia tiene que evaluar la forma como dirige a sus hijos. Pero si hay supervisión y autoridades honestas en un sitio, se puede evitar que haya excesos en el mal funcionamiento de los lugares de “diversión” y que chamacos y chamacas hasta menores de edad salgan intoxicados de los antros. Ya ni hablar de los famosos “afters” que siguen funcionando en total impunidad y de los que salen totalmente intoxicados de alcohol y/o drogas decenas de jovencitos (as) a las 9 o 10 de la mañana los sábados y domingos. Todos lo sabemos o lo hemos visto.

Segunda responsabilidad de la autoridad: Pues obvio, que toda empresa que presta servicios de transporte cumpla con estrictas medidas de reclutamiento de sus choferes o socios. Efectivamente en cualquier empresa se puede colar un desequilibrado y cometer delitos, pero la autoridad debe aumentar su supervisión y vigilancia ellas. Y por favor, las plataformas o aplicaciones para solicitar transporte (Uber, Cabify y demás) son empresas que han demostrado su efectividad y bondades a nivel MUNDIAL. Los taxis tradicionales son mucho más inseguros, caros y de pésimo servicio y son –por cierto- los que andan encabezando el linchamiento en redes contra las nuevas aplicaciones por su interés, no tanto porque les preocupe la seguridad de usuarios.

No es la aplicación o empresa la culpable del crimen cometido por un infeliz. Pero sí tienen que cumplir con muchas más reglas y restricciones para contratar a su personal o socios. Es ahí donde entra la autoridad.

Tercera: ¿Hasta cuándo el Gobierno de Puebla va a reconocer que en Puebla ya hay ALERTA de GENERO? Y que con ello se implementen los protocolos para evitar más desapariciones y muertes de mujeres de todas las edades y por todos los motivos. ¿Carajo hasta cuándo?

No lo han hecho por cuestiones ELECTORALES, eso es todo. Esa es la maldita razón. Moreno Valle y claque se niegan a reconocer la nefasta situación de inseguridad y alerta de género simplemente porque eso desprestigia sus afanes electorales en todo el país.

Es la hora que Rafael Moreno valle no dice una palabra del tema. Y mejor… lo comprendo, sabe perfectamente que lo van a acabar en las redes sociales por su indiferencia cobarde. Exactamente igual que no ha dicho ni dirá una palabra del huachicoleo en Puebla y de cómo sus Directivos policíacos y de seguridad encabezaban a las bandas de ladrones de ductos de PEMEX.

¿Ese es el personaje que recorre el país pregonando que “él quiere dejar al país como dejó a Puebla”? Dios nos libre.

Ya basta.

No esperemos a que haya otra mujer asesinada o desparecida para dar sentidos pésames.

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