19-04-2024 05:12:21 PM

Armenta y la promesa que le incumplirá a Morena

Por Valentín Varillas

La llegada del marinista Alejandro Armenta al Movimiento de Regeneración Nacional se selló apenas dos días antes de que el poblano firmara el Acuerdo Político por la Unidad, impulsado por Andrés Manuel López Obrador.

El acuerdo se dio en una privadísima comida con Yeidckol Polevnsky, conseguida a instancias del senador Manuel Bartlett.

Ahí, el ahora ex priista dedicó muchos y valiosos minutos en explicar su valía política y el por qué Morena debería de capitalizar semejante activo para enfrentar de mejor manera el proceso electoral del 2018.

Tocó un punto medular, fundamental, que en los hechos se convirtió en la llave que le abrió los quereres de las huestes de El Peje: el de la estructura.

Armenta prometió llevar “a su gente” al partido, pie principal del que cojea la izquierda en territorio poblano, gente que, según su argumento, lo hizo ganar la diputación federal en el 2015 por el distrito 7 con cabecera en Tepeaca.

El de Acatzingo, inclusive, puso sobre la mesa un compromiso concreto: llevar a cabo un acto masivo de afiliación a Morena el próximo mes de junio y ayudar con ello a conformar la estructura de operación electoral que operaría a su favor en el proceso del próximo año.

El partido de López Obrador enfrenta un reto mayúsculo en este sentido.

Tiene que conformar más de 2 mil 400 comités seccionales en Puebla y cada uno debe de contar con 8 integrantes.

En el papel, no se ve cómo puedan lograrlo.

Por eso, la oferta de Armenta resultó irresistible para Yeidckol, quien le pidió una única, pero contundente prueba de amor: que acudiera el domingo siguiente al evento de AMLO y firmara el documento que ahí se presentaría a la opinión pública nacional.

Y así se hizo, para sorpresa del priismo quien jamás tuvo previo conocimiento de esto.

Sin embargo, Alejandro enfrenta hoy un problema mayúsculo.

Y es que, la estructura que tanto presumió y que en teoría es su principal activo, existe, pero no es suya.

Así es: simple y sencillamente, los hombres y mujeres que le dieron la victoria hace dos años no están a sus órdenes, no se mueven ni operan para él en lo personal ni está conformada por sus incondicionales.

No, esa estructura tiene otros dueños, obedece a criterios distintos a los vendidos por Armenta y operará institucionalmente a favor de los intereses de quienes realmente la controlan.

Él lo sabe y lo sabe muy bien.

Conoce de sobra los usos y costumbres que aplican en donde se hizo y formó políticamente.

Y ante eso, no hay nada que hacer.

Por eso, a partir de que estampó aquella rúbrica que selló irremediablemente su futuro político, el rijoso diputado federal ha buscado obsesivamente ser recibido por quienes en realidad poseen lo que él vendió.

Pide perdones, manda emisarios y toca puertas, sin obtener la mínima respuesta.

No la hay todavía y no hay que ser un genio para concluir que no la habrá.

Como auténtico mago, Armenta tendrá que sacar algo de la chistera para no quedar exhibido ante sus nuevos dueños.

Recurrirá al acarreo, llevará gente a como dé lugar, pero su porcentaje de eficiencia en términos de afiliaciones reales a Morena, corre el riesgo de ser pequeñísimo, mínimo, rayando en lo ridículo.

De cumplirse el oscuro pronóstico, el debut del marinista en las filas de la izquierda sería catastrófico, de la misma intensidad, pero en sentido contrario que el enojo de quienes pueden sentirse engañados (esa maldita sentencia Newtoniana que se aplica hasta en la política).

¿Y su futuro electoral?

Lleno de potenciales y densos nubarrones, pintados del mismo tono.

A ver.

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