19-04-2024 08:40:14 PM

RMV y la triada que opera para Del Mazo

Por Valentín Varillas

Parte de la estructura de operación electoral del ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, juega los intereses del candidato del presidente en el Estado de México, Alfredo del Mazo.

Más allá de que se trate de un secreto a voces en los pasillos y cafés en donde se discute y elucubra sobre política nacional, hay indicios claros de que lo anterior es verdad.

El portal La Política Online, en una edición reciente, publicó algunas líneas al respecto:

“El otro apoyo, ya de corte más operativo, proviene de la interna panista y es Rafael Moreno Valle. El poblano, que tiene una campaña multimillonaria en recursos, también estaría destinando fondos para que Del Mazo tenga asegurado el voto duro tricolor que asciende a 2 millones de votos”.

“Moreno Valle sabe que si Josefina Vázquez Mota triunfa le será casi imposible arrebatarle la candidatura a la cada vez más coordinada dupla de Margarita Zavala y Ricardo Anaya. Por eso primero intentó boicotearle la nominación a través de Ulises Ramírez, quien llegó a presentar impugnaciones en la Justicia”.

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El medio menciona esto, después de comentar que la columna vertebral de la operación del gobierno federal a favor de Del Mazo la integran Luis Miranda, titular de la Sedesol; Rosario Robles, al frente de la Sedatu; y Gerardo Ruiz Esparza, Secretario de Comunicaciones y Transportes.

Los tres, por cierto, con ligas, amarres y compromisos a prueba de fuego con Moreno valle, mientras fue gobernador de Puebla.

Miranda fue uno de los primeros enlaces que acercaron a Rafael con Enrique Peña Nieto, por recomendación de Elba Esther Gordillo, en la coyuntura electoral del 2012.

Ruiz Esparza y Robles Berlanga fueron dos de los secretarios federales que mejor relación tuvieron con el hoy ex mandatario poblano.

Sus giras de trabajo por Puebla, estuvieron siempre salpicadas de loas, alabanzas y halagos a un gobernador supuestamente emanado de las filas de la oposición.

La teoría dice que ambos, en su momento, recibieron la encomienda presidencial de “apadrinar” Puebla, en una estrategia de intenso trabajo de coordinación institucional que tenía por objetivo que la población en general conociera los alcances y beneficios de la aplicación de los programas federales y que se distinguieran y contrastaran con las políticas públicas implementadas por los gobernadores.

En los hechos no fue así.

Ruiz Esparza se encargó de verificar que los amigos y socios del presidente se quedaran con los contratos más jugosos de la obra pública y el otorgamiento de concesiones por parte del gobierno poblano.

El trato recibido fue privilegiado, de primera.

Robles fue la garante de que la operación electoral, llevada a cabo con programas de alcance social con recursos federales y estatales, sirviera en los hechos para beneficiar los intereses electorales del entonces gobernador y el presidente Peña.

Intereses que fueron fríamente calculados; siempre armónicos, siempre coincidentes.

Hoy, la necesidad de otro triunfo electoral los vuelve a juntar.

Aplicarán a rajatabla una fórmula de probada eficacia en el pasado y de urgente efectividad en el futuro próximo, ya que juntos se juegan, nada más y nada menos, su supervivencia política.

Poca cosa.

Queda claro: van de la mano hasta el final.

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