19-04-2024 11:36:09 AM

Crónica de ¿una muerte anunciada del PRI en 2018?

Por Rodolfo Rivera Pacheco

El PRI gobernó (con dos distintos nombres –PNR y PRM- antes) a México ininterrumpidamente de 1928 a 2000. En el nuevo milenio, al perder por primera vez la presidencia de la República frente al PAN de Fox, se le escribieron mil epitafios y se le daba por muerto y enterrado. Perdió también en 2006 con un pésimo candidato –Roberto Madrazo- pero la victoria de Felipe Calderón se logró por menos de medio punto porcentual sobre Andrés Manuel López Obrador. Muchos pensaron que la muerte del PRI ya era solo cuestión de espera.

Y no. En 2003, 2007, 2008 y 2009 ganó nuevamente elecciones legislativas y locales y en 2012 nuevamente se hizo de la Presidencia de la República con Enrique Peña Nieto. En 2013 medio mundo hablaba del “Mexican Moment” encabezado por un joven líder mexicano que había logrado lo que ningún antecesor: Reformas estructurales detenidas por años. Si hubiera habido elecciones ese año, Peña Nieto seguramente habría salido reelecto.

Vamos, al PRI se le ha enterrado varias veces y sea por lo que sea, siempre resucita. Quizás porque Calles y sus fundadores fueron los únicos que entendieron la psicología del mexicano y su aprecio por la política caciquil que el PRI siempre respetó. Quizás porque todos los políticos mexicanos de todos los partidos tuvieron sus orígenes en el propio PRI. Quizás porque los demás partidos nunca han podido organizarse del todo bien en cuanto a estructuras nacionales. No lo sé. El caso es que el PRI sigue vivo y aunque pierde elecciones, luego regresa y retoma Alcaldías, Diputaciones, Gubernaturas y hasta la Presidencia de la República.

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Mucho se dijo el año pasado de las “contundentes” victorias del PAN en 7 Gubernaturas. Pero poco se dijo que el PRI mantuvo Tlaxcala o recuperó Oaxaca y Sinaloa, que habían sido ganadas 6 años antes por “alianzas” PAN-PRD. Y tampoco se ha dicho mucho que al menos 4 o 5 de los 7 nuevos Gobernadores del PAN habían sido en algún momento… priístas. Pocos recuerdan ya que el PAN ha ganado Sonora, Nuevo León Chihuahua, Yucatán, Aguascalientes, San Luis Potosí, Querétaro, Jalisco… o que el PRD ganó en su momento Zacatecas, Chiapas, Michoacán, Guerrero, Oaxaca… y en ambos casos (victorias de PAN o PRD), en todos regresó el PRI en su momento. O sea, en casi todo el país ya ha perdido el PRI en algún año… y luego regresa y hay alternancia.

Desde luego todo eso ya es historia. Y claro, también es cierto que el PRI ha venido perdiendo votantes desde hace veinte años, elección tras elección. Que ya no cuenta con su tradicional “voto duro”. Y lo peor, que al momento actual, vive uno de sus peores momentos en cuanto a preferencias pre-electorales, por la pésima imagen (bien ganada o no) del Presidente Peña Nieto producto de los últimos gasolinazos, aumentos en energía eléctrica o sus errores en la relación con Donald Trump.

Entonces ¿ahora sí estaremos presenciando el final inevitable del PRI como partido?

¿Será ya la “crónica de una muerte anunciada”?

Una vez más, y en mi humilde opinión, creo que no.

Veamos.

El sábado, Enrique Peña Nieto acudió al festejo priísta por los 88 años de su Partido. Y ahí dijo que ganarán las elecciones en cuatro Estados este año y que por supuesto la federal de 2018 (junto con todas las locales). Promete “carro completo”.

¿Ocurrirá así?

Yo creo que tampoco.

El PRI puede ganar tranquilamente Coahuila. Nayarit se le puede complicar (el PAN ya ganó alguna vez con el padre del que ahora es candidato… en esta nefasta moda de lanzar a vástagos o esposas de exmandatarios), pero es ganable. Y en el Estado de México no es totalmente negro el panorama: La operación priísta logró que el PAN no fuera en alianza con el PRD y sabemos perfectamente que el PAN por sí solo gana pocas elecciones. No le alcanza para derrotar la operación tricolor.

El PRI sí puede ganar la elección del Estado de México. Josefina Vázquez Mota no es una extraordinaria candidata panista, ya la hemos visto a nivel nacional. Entusiasma poco y comete innumerables errores de campaña. Y aunque MORENA va a avanzar notablemente en preferencias, es poco probable que logre la victoria con la candidata de López Obrador, la famosa profesora Delfina.

En Veracruz sí, el PRI tiene un muy oscuro panorama en la elección de Alcaldes de este año. Tanto el PAN-PRD, liderados y financiados por Miguel Angel Yúnes (que quiere ganar todo para preparar el terreno para que su hijo sea Gobernador, su otro hijo Alcalde y él precandidato presidencial) puede y va a ganar muchos Municipios. Y MORENA otro tanto. El PRI puede irse a tercer o cuarto lugar tranquilamente.

Pero bueno… ¿ganar EDOMEX significa que el PRI ya ganó la elección presidencial en 2018? Para nada. En 2005 y 2011 el PRI ganó la elección estatal ahí mismo y a los años siguientes perdió la presidencia de la República. O sea, si el PRI gana EDOMEX no quiere decir necesariamente que gane 2018… pero será un paso importante.

Y entonces el candidato natural y de prestigio será Eruviel Avila.

Por supuesto si el PRI pierde EDOMEX (y mucho más si pierde Coahuila y Nayarit y Veracruz), casi es un hecho que pierde la elección presidencial en 2018.

Y es que el sábado Peña Nieto también gritó que “su partido no negocia perder en ningún lado”, ante el rumor de que quizás mejor impulse a quien sea candidato del PAN para unidos -PRI-PAN- le ganen a López Obrador.

Aquí también hay dudas y cosas raras.

En Puebla, sí que hemos sido testigos de que ha habido pactos entre Peña Nieto y Rafael Moreno Valle. El Presidente jamás tocó a Moreno Valle siendo Gobernador. Al contrario, lo alabó y apoyó cuanto pudo. Seguramente porque eran socios, pero de que lo apoyó, lo apoyó.

Un evidente pacto quedó más que claro en las elecciones locales en Puebla en 2013 y en 2016. Nunca se apoyó realmente a los candidatos Agüera y Blanca Alcalá. Medio mundo en el PRI denunciaba la corrupción y excesos del gobierno de Moreno Valle, pero en el gobierno federal jamás lo tocaron.

Curiosamente el pacto funcionó muy bien en elecciones locales, pero no así en las federales de 2012 y 2015. En esas, el PRI ganó Senadurías y Diputaciones federales (en 2015 incluidas tres de la capital, bastión morenovallista). O sea, al parecer el pacto Peña-Moreno Valle era: En elecciones locales te dejo tu territorio (a RMV) pero en elecciones federales me lo dejas a mí (a EPN).

¿Qué pasará entonces en 2018, cuando por primera vez concurran las elecciones a TODOS los cargos? ¿Seguirá el pacto? ¿En qué?

Porque es claro que Moreno Valle es y sigue siendo aliado y amigo de Peña Nieto y todos sus Secretarios federales. ¿Quién apoyará a quién en 2018? ¿El PRI está perdido en Puebla y el panismo morenovallista arrasará esa elección?

Una vez más… no estemos tan seguros.

Hay muchos factores en juego.

Si Moreno Valle es candidato presidencial (algo verdaderamente lejano), es prácticamente imposible que le pueda ganar a Andrés Manuel López Obrador. Sería un aliado soterrado de quien fuera candidato del PRI. Escenario muy poco probable porque en el PAN NO quieren que sea así. Desde luego quieren recuperar la Presidencia de la República y saben que Moreno Valle pierde y es de poco fiar.

En ese poco probable escenario, Moreno Valle no podría imponer a su esposa como candidata a la gubernatura. Dejaría que el PAN lanzara a un candidato bien visto por la militancia y que le ayudara a ganar la presidencia.

Pero si Morreno Valle NO es candidato presidencial también hay varias posibilidades… Una, que tampoco le permitieran que su esposa sea la candidata en Puebla. Así, luego de un berrinche, probablemente se saldría del PAN y se refugiaría en Nueva Alianza y hasta desde allí apoyaría a quien fuera candidato del PRI a la Presidencia y desde luego a la Gubernatura. Es el mejor escenario para el PRI en Puebla y puede hasta ganar.

La otra posibilidad es que en el PAN sí se le dejara Puebla a Moreno Valle con tal de que apoye al (a) candidato (a) presidencial. Lanzaría a su esposa y pelearía con todo, como sabe, para que ganara. Es muy mal escenario para el PRI.

Pero en ambos escenarios (Moreno Valle es o no candidato presidencial), en Puebla todo estará matizado por la presencia electoral de MORENA. El partido de López Obrador muy bien puede capitalizar (como ya hemos comentado aquí mismo) el descontento hacia el PRI y hacia el morenovallismo y ganar la gubernatura y algunas Alcaldías importantes.

Y último escenario, que si bien lejano, finalmente tiene probabilidad de ocurrencia:

El PAN, MORENA, los independientes, el PRD y algún otro candidato de otro partido, tanto a nivel nacional como a nivel local, dividen tanto los votos, que al único que le alcanza con su voto “semiduro” para ganar es… al PRI, con un muy buen (a) candidato (a) que alcance cerca del 30 % de los votos. Muy difícil, pero puede llegar a darse.

Entonces, volviendo a la pregunta original… ¿Ya está muerto el PRI?

No. Aún puede pasar una serie de cosas de aquí a junio de 2018. Desde luego cada vez falta menos tiempo.

¿Ya se habrán dado cuenta los priístas?

okrodo

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