24-04-2024 01:30:29 PM

El adiós a un valiente

Por Valentín Varillas

Después de largos años de una penosa enfermedad, murió Armando Navarrete Cornejo.

Trabajó en la administración de Rafael Moreno Valle, como encargado de despacho de la Secretaría de Desarrollo Social estatal, y después, a la llegada de Luis Banck a la dependencia, como subsecretario del ramo.

Se trata, sin duda, del único funcionario que tuvo el valor y la dignidad de plantarle cara a Moreno Valle y revelarse ante sus insultos y agravios.

No le pasó una, por eso tuvo que irse.

En una administración marcada por un estilo personal que se basaba en el absoluto desprecio a la dignidad humana, lo anterior no es poca cosa.

El hilo se rompió durante una reunión de gabinete con el delegado de la Comisión Nacional del Agua en Puebla, Germán Sierra Sánchez.

Navarrete acudió en representación de Luis Banck, quien tenía que viajar con urgencia a la ciudad de México para atender otros asuntos.

La función de la Sedeso en esa junta, se limitaba a presentar una carpeta con la inversión autorizada en el programa de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento en Zonas Urbanas (APAZU) y del Programa para la Construcción y Rehabilitación de los Sistemas de Agua Potable y Saneamiento en Zonas Urbanas (PROSSAPYS) para los municipios poblanos, y obtener su aprobación y palomeo.

Sin embargo, el mandatario exigió un diagnóstico detallado de la carencia de agua potable, municipio por municipio, algo en lo que prácticamente no se había trabajado en los tres años anteriores.

Al no obtener respuesta, montó en cólera.

Iniciaron los insultos.

La gota que derramó el vaso fue la falta absoluta de proyectos por parte de la Secretará de Infraestructura en materia de agua potable, lo que ponía en riesgo 500 millones de pesos en programas del gobierno federal.

El culpable era Cabalán Macari.

Siguieron las ofensas, contra todo y contra todos

El delegado Sierra sentía ya los bochornos naturales de la pena ajena.

De pronto, Navarrete y Juan Carlos Morales Páez, también subsecretario de Sedeso, fueron expulsados súbitamente de la reunión.

Los epítetos y las formas se las dejo a la imaginación.

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Lejos de achicarse, Navarrete enfrentó a Rafael, le exigió que lo tratara con respeto y señaló una y otra vez, sin amilanarse, al responsable de las fallas.

En su carta de renuncia, enviada a Luis Banck, Navarrete Cornejo hace referencia a términos contundentes como “desplantes ofensivos”, “intolerancia” y otros más, igualmente reveladores.

Al final de la misiva, una recomendación a su jefe y amigo :

“…tenemos espacio para seguir construyendo como tú lo pretendes en Puebla. Mis mejores deseos para que lo logres sin sacrificar tu integridad. Ésta y la dignidad son lo más valioso del ser humano, algo que tristemente muchos no conocen”.

Navarrete era un idealista, de esos que hacen tanta falta hoy en la política y el servicio público nacional.

Congruente hasta el extremo, enfrentó con todo a quienes desde la comodidad de un cargo, se dejan llevar por los tan arraigados vicios del sistema.

Nació en Tacámbaro, Michoacán, y fue gente de Carlos Rojas, quien fuera titular de Sedesol federal del 93 al 98.

Era considerado como un auténtico especialista en el diseño y aplicación de políticas públicas en materia de desarrollo social y un férreo crítico del uso electoral de los programas oficiales.

Se asumía como un hombre de izquierda e inclusive hay quienes aseguran que tenía fuertes ligas con la plana mayor del Movimiento de Regeneración Nacional que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Empero, en la coyuntura electoral del 2012, permaneció del lado de Enrique Peña Nieto y trabajó junto con Rosario Robles en la conformación de la parte social del proyecto político del entonces candidato.

En este contexto, fue nombrado delegado de la Sedesol en el estado de Tabasco, antes de su breve incursión en el servicio público estatal poblano.

Buena parte de su desempeño profesional lo hizo en el estado de Oaxaca, en donde se volvió famoso por ser de los pocos interlocutores válidos y reconocidos para negociar con organizaciones como el EPR y la APPO.

Al final de su vida, luchó titánicamente para que en México se legalizara la eutanasia en un afán por brindarle la oportunidad de morir con dignidad a enfermos terminales.

También por eliminar el tabú de utilizar medicina alternativa como tratamiento de enfermedades degenerativas como el cáncer y el Alzheimer.

En el 2000 le detectaron la enfermedad que a la postre la causaría la muerte.

El pronóstico médico más optimista, le daba seis meses de vida.

Vivió casi 17 años más.

Descansa en paz, amigo, bien merecido lo tienes.

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