28-03-2024 03:14:01 AM

Las bases del “maximato”

Por Valentín Varillas

Desde el primer minuto de su gobierno, Rafael Moreno Valle delineó una estrategia que tenía como objetivo el garantizar la continuidad de su grupo político en lo más alto del poder poblano.

De entrada, había que plantearse el debilitamiento absoluto del enemigo principal, el PRI, partido que por décadas había gobernado prácticamente sin oposición.

Ese PRI en el que Rafael se formó y al que le aprendió muchas de las “artes” que como mandatario ha ensayado al pie de la letra durante este sexenio.

A través de la cooptación, la compra o bien la amenaza, el todavía gobernador logró reducir al otrora poderoso tricolor a su mínima expresión.

Nulificarlo como fuerza política en el estado.

Más allá del vasallaje y la sumisión mostrada por los priistas poblanos desde le momento mismo en el que perdieron el poder, el verdadero debilitamiento del tricolor vino a través de la infiltración de su centro neurálgico.

Sí, en términos clínicos, al PRI poblano lo desconectaron.

La estrategia se puso en marcha en la coyuntura del proceso presidencial del 2012 y sus consecuencias se sintieron con enorme contundencia en la elección local del siguiente año.

RMV, sexto informe. Concluye

Sin duda, el servicio más valioso que Fernando Morales le prestó a su ex acérrimo enemigo, hoy su jefe, Rafael Moreno Valle, es el haberle abierto las puertas del PRI poblano para lograr su total infiltración.

Más allá de cuestiones mediáticas, hay acciones concretas que como líder priista ordenó Morales Martínez y que tuvieron como consecuencia un importante debilitamiento del partido en Puebla.

Por ejemplo, cuatro días después de la victoria de Peña Nieto, Fernando tuvo una reunión con estructura, operadores y candidatos ganadores en donde dio la orden expresa de replegarse, dejar por un tiempo el trabajo político para “esperar” el desahogo en tribunales de la impugnación de la elección y en función de eso, analizar qué acciones tomar como partido en la nueva realidad del escenario político nacional.

Así se hizo.

Morales, siguiendo las órdenes del gobernador, mandó “desconectar” al partido y se autoexilió en Miami por espacio de mes y medio.

En ese tiempo, se intensificaron las reuniones, amarres y acuerdos por debajo del agua entre los operadores del morenovallismo y varios “liderazgos” del priismo, quienes lograron negociaciones muy rentables para sus intereses políticos y económicos.

En otros estados de la República, en donde existían gobiernos emanados de partidos políticos diferentes al PRI, el triunfo de Peña sirvió para fortalecer a la militancia y a los simpatizantes tricolores, de manera que se convirtieron en un auténtico y efectivo contrapeso al poder de esos mandatarios.

Oaxaca, en donde el Revolucionario había ganado nada más un distrito, el priismo le plantó cara al entonces gobernador Gabino Cué, cobrándole la factura en la siguiente elección local.

Aquí, por el contrario, a pesar de haber ganado 12 de los 16 distritos federales locales, el PRI tomó decisiones que lo aniquilaron electoralmente en el 2013.

Con el aval de sus legisladores, se aprobaron cuestiones de altísima prioridad para los intereses políticos oficiales, como el proceso de redistritación, las enormes facilidades para la conformación de una nueva mega-coalición antipriista, el voto a favor de las modificaciones a la ley electoral local y la conformación de un consejo del Instituto Electoral del Estado a modo, son apenas algunos ejemplos.

La catástrofe fue mayúscula.

Perdieron los municipios mas importantes del estado y la mayoría en el congreso local, lo que sentó las bases para la continuidad del grupo, facilitando la victoria en el 2016.

Y no se ve cómo se podrán recuperar en el 2018.

Con un gobierno federal que va en caída libre y ante una falta absoluta de liderazgos y figuras en el ámbito local, el PRI está hoy en las antípodas de un nuevo cataclismo electoral.

Mas allá de cómo se resuelva la elección presidencial y del alcance en los pactos y acuerdos que se darán en torno a ella, tal parece que el segundo escalón en el establecimiento de un maximato morenovallista en Puebla, será una cuestión de mero trámite.

Sea quien sea el candidato o la candidata.

Simplemente, no hay oposición.

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