24-04-2024 06:18:42 AM

AMLO y el reto de la congruencia

Por Valentín Varillas

López Obrador presentó ya su Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024 con muy pocas o nulas novedades.

El tabasqueño ha sabido mantener una línea discursiva inmutable al paso de los años, lo que lo ha mantenido como figura política competitiva en tres elecciones presidenciables.

Juran sus adeptos que el tiempo le ha dado la razón, sin ver la trampa que supone el colgarse de rezagos ancestrales imposibles de mejorar sustancialmente en décadas.

Más allá de esto, la columna vertical conceptual del documento es impecable.

Nadie en su sano juicio puede ir en contra de que desde el servicio público se practiquen la democracia, la honestidad, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción, por ejemplo.

Sin embargo, el manejo de esta retórica de contraste, en política, en los hechos resulta sumamente arriesgada.

Basar un proyecto de gobierno en la suposición mesiánica de asumirse como el único aspirante a la presidencia “químicamente puro”, puede resultar una auténtica receta para el desastre.

Cualquier contradicción, cualquier hecho que supusiera incongruencia, hundiría la utopía del gobierno de izquierdas para muchos años por venir y daría al traste con la última campaña del tabasqueño.

En este contexto, se vuelve urgente el que AMLO le entre de lleno a temas espinosos a los que desde hace meses ha rehuido.

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Deberá de ser contundente en explicar y aclarar el origen y el destino de los recursos que por años ha utilizado para su trabajo político y sustento personal.

En el caso de sus colaboradores más cercanos, tendrá que ser escrupulosamente estricto al momento de exigirles lo que tanto se pregona en su discurso.

Ahí está el caso de las sospechas de corrupción en la delegación Cuauhtémoc, encabezada por Ricardo Monreal.

La detención de Pedro Pablo de Antuñano, ex director jurídico de la demarcación y uno de los hombres de mayor confianza del círculo íntimo del zacatecano, quien tenía en su poder 600 mil pesos en efectivo cuyo origen jamás supo explicar, dejó en el imaginario colectivo nacional la idea de que los “morenos” son simplemente iguales a los demás.

En el caso de Puebla, la integración al movimiento de personajes como José Juan Espinosa y el extraño comportamiento en campaña de su abanderado, Abraham Quiroz Palacios, dejan mucho más dudas que certezas.

Otro enorme reto para Andrés Manuel será el explicar la tan sui-géneris democracia que se vive al interior de su partido.

Y es que, pareciera que toda la estructura se mueve bajo la lógica de su voluntad, nada más.

Un entramado jerárquico de semejante nivel, cuyas decisiones se basan en el criterio único de quien se ostenta como su líder, no combina con el concepto de democracia que vende en su proyecto de gobierno.

AMLO impone candidatos, decide afiliaciones, decreta expulsiones y regala cargos partidistas.

No hay asambleas, votaciones o algún otro método más o menos claro para dar certeza a los nombramientos.

Como partido, no hay debate interno, grupos distintos o voces que siquiera propongan ensayar una ruta distinta a la decretada por Andrés Manuel.

Si esta realidad sugiere un adelanto del estilo que imperará de ganar la presidencia, el miedo de que se instale en el país un régimen todavía más autoritario, podría estar justificado.

El Peje, más que nadie en esta contienda, estará bajo escrutinio permanente.

Es normal, la frialdad de los números lo muestran como el enemigo a vencer en la próxima presidencial y, por esto, el natural receptor de los ataques de tirios y troyanos.

Por lo mismo, la escrupulosa congruencia entre el decir y el hacer, será el arma más efectiva y poderosa con la que contará para contrarrestar los efectos del frente de partidos que se ha formado en su contra.

¿Podrá con el paquete?

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