20-04-2024 03:36:17 AM

AMLO, bajo la lupa

Por: Valentín Varillas

La inteligencia nacional trabaja, cada vez con mayor intensidad, en escarbar profundo en la vida de Andrés Manuel López Obrador, en busca de materia prima para el escándalo.

Todo está ya sujeto a escrutinio.

Vida privada –amorosa y familiar-, propiedades, riqueza monetaria y origen de los recursos con los que financia sus actividades políticas.

Además, los amarres y alianzas -públicos y privados- con los que pretende hacer grupo y conformar un mejor proyecto rumbo a la presidencial del 2018.

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Pasado y presente pasará por el siempre estricto tamiz del espionaje institucional.

Poner en evidencia la supuesta doble moral de quien enarbola la bandera de la “honestidad valiente” y a toda prueba, se ha convertido ya en una verdadera obsesión para las nomenclaturas políticas y económicas del país, que ven en su potencial triunfo un riesgo altísimo para sus intereses.

El objetivo es obvio: vender a AMLO como un político más que se dejó infectar por el contagioso virus de la corrupción y concluir que simplemente se trata de “lo mismo”.

De esta manera, se busca combatir el discurso de contraste que el tabasqueño ha ensayado desde su primera búsqueda de la presidencia.

Diferenciarse de “los otros” desde una posición de supuesta superioridad moral, ha sido la columna vertebral de la oferta política de Andrés Manuel, lo que le ha permitido permanecer en un lugar envidiable en términos de intención de voto en los últimos diez años.

Muy pocos pueden presumir de algo siquiera parecido.

Y es que, ante los sonados casos de corrupción que envuelven a priistas y panistas, la ausencia de escándalos de fondo que involucren al líder único de Morena genera que sus bonos suban entre el electorado potencial.

Nombres como Javier Duarte y Guillermo Padrés, quedarán grabados para siempre en el imaginario colectivo nacional como ejemplos contundentes de prácticas ilícitas llevadas a cabo desde el servicio público, toleradas y fomentadas en su momento por los partidos políticos mediante los cuales llegaron al poder.

Demoledor.

Lo anterior tendrá, naturalmente, un costo electoral para tricolores y blanquiazules, independientemente de cómo terminen ambas historias.

En cualquiera de los dos escenarios posibles: cárcel o impunidad, el mensaje claro es que estos partidos le han fallado a la ciudadanía en su promesa de encabezar buenos y honestos gobiernos.

Juran los analistas que la elección del 2018 será la más sucia de la historia en términos de guerra de mierda.

Que lo que hemos visto en el 2006 y 2012 parecerá juego de párvulos.

Otra vez, la capacidad de la inteligencia oficial para obtener información, lícita e ilícitamente, proveerá la materia prima para lo anterior, en lugar de que sea puesta al servicio del combate a la delincuencia, para bien de la ciudadanía.

Y luego se quejan por el desencanto generalizado de los mexicanos con el tipo de política que se ensaya en el país.

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