Por: Valentín Varillas
El joven Mario Riestra anda inquieto.
Y es que, siente que los caprichosos astros de la política se le empiezan a desalinear.
No ve claro su futuro en el corto plazo, él que ha vivido de certezas los últimos seis años.
El problema es que sabe que al interior del equipo compacto del gobernador electo, Tony Gali, se maneja que existen enormes probabilidades de que dos de sus más cercanos afectos, su hermano Rodrigo y su esposa Patricia, repitan en el próximo gabinete estatal.
De concretarse este escenario, sobra decirlo, no quedaría ya lugar para él.
El protocolo básico del cuidado de las formas en la política indica que tres o más miembros de una misma familia en puestos de alta importancia en la administración pública estatal, es un flanco abierto innecesario, sobre todo al inicio de un sexenio.
Por eso, Riestra comienza ya a jugar otras cartas.
El problema es que sus ansias lo llevan a jugarlas mal.
En su menú de posibilidades, ocupa un lugar prioritario el convertirse en el líder del PAN municipal.
Y ya se empieza a mover bajo esa lógica.
Cada vez son más frecuentes las reuniones que organiza con parte de la militancia blanquiazul en la capital.
Y digo parte porque otra, muy numerosa, no ve bien el gen priista que le fue heredado y que inevitablemente se aloja en su ADN.
La prisa de Mario lo ha hecho también cometer el error de obviar algunos postulados básicos que norman las jerarquías en la política y el servicio público.
No ha entendido que la autonomía se adquiere con años, logros y muchas batallas ganadas.
Se ha brincado las trancas, ha querido ir por la libre y eso no le gusta a quienes les debe todo lo que es en la actualidad.
Frentes innecesarios que hoy quedan abiertos y que muy pronto podrían significar obstáculos insalvables para su carrera en el servicio público.
Qué necesidad.
Riestra busca sentar las bases de la génesis de una estructura propia, paralela a la del partido, que lo perfile en el 2018 para competir por la candidatura a la alcaldía de la capital.
Los nervios en la política, llevados al extremo, pueden ocasionar también algunos episodios severos de desubicación.
En ocasiones, Mario ha perdido el sentido de la perspectiva y busca mandar, absolutamente, al interior de esa comuna que sueña algún día encabezar.
“Vicealcalde” le apodan, en tono de burla, quienes han padecido en carne propia sus excesos.
La continuidad del morenovallismo en el gobierno estatal y la alcaldía de Puebla, a pesar de lo que pudiera pensarse, tendrá como consecuencia movimientos al interior por parte de quienes buscan ya acomodarse para los próximos años.
La prisa y las acciones no consensuadas ayudan muy poco en un grupo que se mueve en una estructura cupular, absolutamente piramidal, en donde la última palabra la tiene y la tendrá uno solo y nadie más.
Lástima por quien no lo entienda así.
