Por: Valentín Varillas
¿Realmente fue para todos los priistas una tragedia la derrota de Blanca Alcalá?
¿Son más los que pierden realmente o los que ganan perdiendo?
Ha quedado claro que intereses mucho más allá del ámbito local influyeron en el resultado del proceso poblano.
Hay mucho en juego en el corto y mediano plazo.
Que si el proyecto presidencial de Osorio Chong.
Que si su pugna con Manlio Fabio por la posición.
Que si Moreno Valle desmadrará al PAN en el 2018 para abonar a los intereses presidenciales e integrará un frente anti-peje.
Todos los escenarios ponen a Alcalá, única y exclusivamente a ella, en el papel de víctima.
Sí, muchos ganan con esta nueva catástrofe electoral del PRI poblano.
No únicamente en el ámbito nacional.
Liderazgos del partido en el estado no ven con malos ojos la derrota.
Esta significa el posible fin de una carrera política y la eliminación de una constante rival en los procesos importantes de selección de candidatos al interior del tricolor.
Por eso, algunos hacen planes a futuro, disfrutando de las posiciones y prebendas que de antemano negociaron a cambio de “sumarse” jubilosos a la aventura blanquista.
Total, ellos amarraron desde antes de que se concretara la derrota.
Y es que, otra vez, a los negociadores les ganó el ansia y repartieron hueso por el simple hecho de no inscribirse en el proceso interno, sin condicionarlo a la victoria de su candidata.
Cobraron por adelantado y dice la máxima que músico pagado toca mal son.
Y vaya que se cumplió a rajatabla.
Con la derrota, vendrá la inminente renovación del tricolor y por lógica, la sustitución de personajes por aquellos que estén más y mejor relacionados con el presidente Peña y su grupo.
Los vacíos los llenarán los Lastiri, Vega Rayet, Chedraui, Armenta y demás personajes que reconocen tener un proyecto político personal a corto plazo.
Ellos también ganan.
Al final, siempre podrán argumentar que se perdió porque otros intereses ajenos a los del PRI se impusieron y no porque su partido, como marca, sea la más repudiada y rechazada por los poblanos.
El caso Blanca es extraño.
Era, en teoría, el cuadro más competitivo del priismo y la que de acuerdo con las encuestas maximizaba su potencial de voto.
Pareciera que la engañaron, o bien que se sumó gustosa a una puesta en escena cuyos beneficios personales jamás conoceremos con certeza.
Hay que recordar que, desde la lógica de Casa Puebla, Alcalá era la candidata que preferían enfrentar.
Que en varias coyunturas específicas, mostró probada cercanía con el actual grupo en el poder.
Y que tal vez, sólo tal vez, era quien cumplía con el perfil perfecto para la negociación.
De entrada, pocos, muy pocos, llorarán su derrota.
