28-03-2024 03:31:07 AM

La elección en el PAN: infiltración e hipocresía

Por: Valentín Varillas

La aplastante victoria de Ricardo Anaya en el proceso interno del PAN para elegir a su próximo dirigente nacional, es en los hechos otro capítulo que demuestra que el pragmatismo más crudo ha llegado para quedarse en ese partido y que no hay fecha probable en el futuro próximo que marque el término de este estilo de hacer política.

Claro que la elección de ayer estuvo marcada por situaciones que hasta hace algunos años hubieran sido impensables en Acción Nacional.

Es evidente que, en su forma y fondo, existieron claras similitudes con la forma en la que partidos como el PRI resuelven las coyunturas más importantes de su vida interna.

Por supuesto que tienen razón los que señalan que manos ajenas a la ideología blanquiazul llevan hoy las riendas de las instancias claves en la toma de decisiones importantes.

¿Y qué esperaban?

Si esas voces críticas que hoy se rasgan las vestiduras exigiendo congruencia pertenecen a los primeros que en su momento le abrieron las puertas a esos “extraños” que poco a poco, sin prisa pero sin pausa, les fueron arrebatando el partido.

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Todo empezó con Felipe Calderón, hoy ruidosa plañidera quejumbrosa, que primero pidió desesperado el apoyo de un personaje como Elba Esther Gordillo para ganar una presidencia salpicada por el apestoso tufo del fraude electoral.

Más adelante, apoyó con todo que su partido formara alianzas encaminadas a derrocar a gobernadores considerados como “bastiones” del priismo nacional, en un afán de incrementar su fortaleza en la recta final de su sexenio.

Esos maridajes políticos perversos fueron pactados con quienes enarbolaban una ideología contraria a la de la derecha nacional e invariablemente fueron encabezados por ex – priistas.

Las coaliciones jamás se plantearon un proyecto conjunto de gobierno y tenían como único objetivo obtener triunfos electorales.

Su lógica de operación, en estados como Puebla, Oaxaca o Sinaloa, fue en su momento muy similar a la que le dio el triunfo a Ricardo Anaya el día de ayer.

En el caso de Puebla, los más dogmáticos se sumaron alegres al sacrificio de sus creencias y convicciones, porque pensaron que los potenciales beneficios de ganar el gobierno sacrificando al partido les iba a redituar enormes dividendos en lo político y en lo económico.

Ingenuos, por decir lo menos.

Otro severo crítico de la nueva realidad panista, Ernesto Cordero, no pareció incomodarse cuando el ex –priista Rafael Moreno Valle, destinó recursos humanos y materiales en cantidades generosas en el afán de convertirlo en el candidato del PAN a la presidencia de la República en el 2012.

En sus frecuentes visitas a Puebla recibió de forma poco más que descarada el apoyo del poderoso “aparato oficial”.

Una vez concretada la catástrofe electoral que envió al blanquiazul de la presidencia del país a ser la tercera fuerza política y perdidos los apoyos políticos y económicos que salían de Los Pinos, los panistas necesitaban un nuevo mecenas.

Un redentor capaz de mantener privilegios, canonjías y atractivos negocios al amparo del poder.

Moreno Valle fue quien llenó el vacío.

A cambio de esto, desde la cúpula del partido se toleró y fomentó que personajes y operadores del gobernador poblano ganaran en influencia y poder y se insertaran en el centro neurálgico del PAN.

El hacer crecer de manera artificial el padrón de militantes para controlar de forma absoluta los procesos de selección de dirigentes y candidatos, fue una jugada maestra permitida y avalada por la totalidad de la cúpula blanquiazul.

En el caso de Puebla, una de las entidades federativas con padrón inflado, quienes en teoría reprobaron la medida se esperaron hasta el último día del plazo legal para presentar su inconformidad ante las instancias electorales competentes.

Mientras, intentaron obsesivamente negociar privilegios personales y de grupo.

Durante su campaña en pos de la reelección, Gustavo Madero se ufanó siempre de contar con 400 millones de pesos que garantizaban su victoria.

Compró conciencias, voluntades y creencias, con recursos que en buena medida fueron aportados por quienes eran parte de “ese grupo que tomó por asalto al partido y hoy lo tiene secuestrado”.

Hoy, en un esquema muy similar, Anaya gana y se convierte en un aliado natural del proyecto presidencial del ex – priista gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle.

¿Qué esperaban?

Las facturas en política se cobran invariablemente y esta no es la excepción.

Los que hoy aseguran llevar la bandera de la verdadera ideología en el PAN, por un asunto de elemental congruencia, jamás debieron haber caído en la tentación de ilusorios triunfos electorales e inexistentes privilegios.

Si realmente estaban convencidos de la importancia de estos principios en su vida interna, debieron cerrar filas y perfilar en su momento candidaturas congruentes.

Hoy, a la luz de traiciones y desencuentros, resulta cómodo evadir responsabilidades y esconderlas en el rasgueo de vestiduras y los gritos victimosos.

Hace falta valor, mucho, para darle forma a una muy necesaria autocrítica que pudiera tener como columna vertebral el reconocer que, al final, han sido devorados por aquel monstruo que ellos mismos ayudaron a crear.

abajovale

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