29-03-2024 08:38:42 AM

El Cuauhtémoc ¿propiedad privada?

cuauhtemocEn lo más álgido de las recientes negociaciones para concretar la venta de una parte de las acciones del Puebla de La Franja, surgió una amenaza que de plano resulta increíble, pero que no es nueva en la historia del club: el impedir que el equipo juegue en el estadio Cuauhtémoc a través del cobro de elevadas cuotas por concepto de rentas o la prohibición explícita del uso del inmueble para los partidos de local.


La medida de presión se utilizó con éxito a principios de la década de los noventa, en tiempos de Mariano Piña Olaya, cuando el equipo vivía una de sus mejores épocas en lo futbolístico y Emilio Maurer fungía como cabeza visible de la directiva camotera.

El poblano, junto con Francisco Ibarra, entonces directivo del Atlas de Guadalajara, habían logrado el control de la Federación Mexicana de Fútbol en perjuicio del boque de equipos controlados por la empresa Televisa.

La redefinición de las condiciones de los contratos por concepto de transmisiones por televisión en beneficio de los equipos mexicanos desató la ira de Emilio Azcárraga Milmo, quien buscó por todas las maneras posibles el recuperar el control de la FEMEXFUT y vengarse de quienes en su momento lo habían desafiado.

La estrategia incluía presiones y amenazas a través del poder político.

En Puebla, Mariano Pilña Olaya se convirtió en el brazo ejecutor de las presiones de la televisora para sacar a Emilio Maurer del fútbol nacional a través del control y el manejo del estadio Cuauhtémoc, propiedad del gobierno estatal.

Al margen del cuidado de las más elementales formas políticas, Piña Olaya, aterrado por una posible madriza mediática de la televisora, se convirtió en el peor enemigo del equipo, le prohibió el uso del estadio y lo obligó a buscar sedes alternas para jugar sus partidos como local.

Así de asqueroso.

Por un buen tiempo, el Puebla fue considerado como el judío errante del balompié nacional

El desenlace, usted lo conoce.

Maurer terminó en la cárcel, fue obligado a vender el equipo a los hermanos Thoma Kiwus, prestanombres de Televisa, la televisora recuperó el control de la Federación, el Puebla regresó a su estadio pero inició a la vez la época más oscura de su historia.

Decisiones estúpidas, directivas más estúpidas y el descenso de dos franquicias.

Una auténtica vergüenza.

Sin embargo, actualmente las cosas han cambiado muy poco.

El estadio Cuauhtémoc ha sido secuestrado por un oscuro e influyente grupo de la picaresca poblana.

El inmueble, propiedad de todos los poblanos, se maneja hoy a base de criterios mercantilistas orientados únicamente  al beneficio particular de una camarilla que se está enriqueciendo escandalosamente a costa de los impuestos de todos los contribuyentes y gracias a las magníficas relaciones que sostienen con lo más granado del poder político local.

El negocio es más o menos así:

Las principales promotoras de espectáculos en México han intentado traer artistas de primer nivel a Puebla para la organización de conciertos masivos.

Por supuesto, el escenario ideal para este tipo de eventos es el estadio Cuauhtémoc.

Sin embargo, los empresarios tienen que enfrentar las leoninas condiciones que por debajo del agua le imponen quienes por desgracia tienen hoy el control de un inmueble que repito, es propiedad del estado.

Si un promotor de espectáculos quiere rentar el estadio, debe, por principio de cuentas, entregar un 20% del total de la taquilla y el control total de la venta de bebidas durante el espectáculo.

Increíble.

Los nuevos “dueños” del Cuauhtémoc no invierte nada, no arriesga nada y gracias a sus buenas relaciones se convierte de inmediato en el principal beneficiario de un millonario negocio al que por justicia no debería de tocarle ni un sólo centavo.

Ahora bien ¿cómo explicar que un particular utilice un inmueble público para beneficio personal?

¿No se supone que el dinero que se obtenga por el usufructo de la infraestructura pública tiene que tener como destino lógico las arcas públicas?

Bueno, partamos del hecho de que todos los recursos que se utilizan para el sostenimiento y mantenimiento del inmueble salen de nuestros impuestos.

Entonces ¿quién permite todo esto?

¿Qué personaje o personajes del gobierno del estado no sólo toleran sino fomentan este monumental fraude?

¿Qué tipo de compromisos, personales o políticos, hay detrás de estos “acuerdos”?

Gracias a todo esto, empresarios serios con intenciones de traer espectáculos de calidad a Puebla han tenido que buscar otros destinos para los artistas que manejan, privando a la mayoría de la gente de la oportunidad de verlos en eventos masivos, o sea, a precios razonables.

Del Cuauhtémoc han huido recientemente: Shakira, Chayanne, Alejandro Fernández y el grupo K-paz de la Sierra.

¿Cuántos más?

Pues depende de la avaricia de este grupo que se fortalece del influyentismo y el compadrazgo.

Así de claro.

 

latempestad@statuspuebla.com.mx

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